Unidos por una Revista.

  Cuando era chiquita me gustaba leer tanto como ahora. Mis padres, nos hicieron socios de la biblioteca a mi hermano y a mí para que podamos leer todo lo que queríamos, siempre bajo la supervisión de papá. También nos compraban la revista Selecciones.

  Esperaba ansiosa cada mes para ser la primera en leerla. La devoraba. Reía, lloraba, aprendía cosas nuevas. Una vez, con ocho años le dije a mi papá que quería escribirle una carta a una viejita que vivía en Estados Unidos, ella había sobrevivido al Holocausto, me conmovió mucho su historia y a pie de página decía que si querías mandarle una carta, podías hacerlo a la dirección que dejaban ahí. Nunca supe si esa carta llegó o no, per recuerdo muy bien el día en que mi papá me llevó al correo a despachar el sobre.

  Con catorce años, me hice mi primera amiga por carta. En la sección de carta de lectores, una chica de quince, de una provincia lejana, quería hacer amigos por correspondencia. Me animé, mandé una, y al poco tiempo tuve una respuesta. Nos escribimos durante mucho tiempo, casi diez años, hasta que apareció el boom de internet, y ahora estamos comunicadas por Facebook.

  Leyendo Selecciones, conocí autores de novelas que terminaron convirtiéndose en mis favoritos, hasta el día de hoy. También me inspiré para escribir textos para el cole, para imaginar historias, para escribir mis propias historias.

  El tiempo pasó, por algún motivo que no recuerdo la revista dejó de llegar. Yo me fui de casa y dejé de leerla. Un día, esperando en la terminal de colectivos, voy al kiosco de revistas y la veo. Después de varios años, me crucé con una y la compré. Me volví a enamorar de ella y empecé a comprarla todos los meses. Después de un año, volvió a quedar en la nada mi enamoramiento.

  Este verano, fui a visitar a unos familiares que no veía desde hacía más de quince años. Imaginen que éramos desconocidos porque la última vez que nos vimos yo era una niña. Y como después me fui a vivir a otra provincia, solo mis padres siguieron en contacto con ellos.

  Un día, charlando, mi tío me cuenta que lee la revista Selecciones desde hace más de cuarenta años. Todos los meses espera ansioso que llegue a su casa. La lee y siempre se sorprende de cuántas emociones encierran esas páginas.

  Me mostró la cantidad enorme de revistas que tiene y yo me volví loca de emoción. Todos los días durante mis vacaciones, en los tiempos libres, leía una Selecciones.

  Nos dimos cuenta de que la Selecciones, era uno de los tantos puntos que tenemos en común. Un hombre de 65 años y su sobrina de 27. Dos desconocidos, que se vieron dos veces en la vida, y que hacían muchísimos años de la última vez.

  Apenas volví a casa, fui a un kiosco y me compré la revista. Empecé a leerla y mientras lo hacía pensaba en mi tío. En que él también estaría leyendo esas historias. Riéndose con los chistes, emocionándose con la historia de Edith, conociendo un poco Sevilla. Y me emocioné al pensar que estábamos unidos por esas páginas.

  A lo mejor van a pasar muchos años hasta que nos volvamos a encontrar, pero todos los meses, vamos a estar unidos por una revista, compartiendo las mismas historias, riendo, aprendiendo, conociendo, emocionándonos en cada página.

selec